Pregunta
¿Qué dice la Biblia sobre el resentimiento?
Respuesta
El resentimiento se refiere al sentimiento de amargura e indignación a causa de una injusticia o un insulto. Las personas pueden sentirse resentidas cuando son engañadas, robadas o se les miente. El resentimiento suele ser una reacción al ser insultado o al ver expuestos los propios errores o debilidades. El resentimiento puede dirigirse a una acción, a una afirmación o a una persona, a veces, a una figura de autoridad, tan importante como un padre, un profesor o Dios. El resentimiento es la forma más básica y menos legítima del enojo. Es todo pura emoción y nada de fuerza.
El resentimiento puede producirse cuando hay un trato injusto por parte de otra persona. Puede ser una injusticia, no recibir un ascenso que se merece, o también un insulto. En cualquier caso, el resentimiento proviene de un amor por las cosas del mundo y de una falta de fe en Dios y en Su plan. Es normal reconocer el trato injusto, e incluso hacer algo al respecto. Pero no es útil revolcarse en sentimientos de enojo egoísta. La Biblia no se preocupa por el honor del orgullo humano. Una respuesta emocional intensa a un insulto que, de otro modo, sería inofensivo, podría mostrar una falta de madurez espiritual y un amor a sí mismo (Mateo 5:38-39). Cuando David huyó de Jerusalén, se enfrentó a las maldiciones e insultos de Simei (2 Samuel 16:5-8). En lugar de responder con resentimiento hacia Simei—y en lugar de matarlo, como era el derecho del rey (versículo 9)—David eligió el camino de la humildad. Sus palabras son sorprendentes: "Si él así maldice, es porque el Señor le ha dicho que maldiga a David. ¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así?" (versículo 10). David evitó los sentimientos de resentimiento al considerar que la situación provenía del Señor.
En otras ocasiones, la gente siente resentimiento cuando Dios permite u orquesta una injusticia durante el ministerio. Si estamos sirviendo a Dios, deberíamos ser tratados con justicia, o eso es lo que dice la lógica. Pero entonces tenemos el ejemplo de Elías, que se enfrentó a muchas dificultades a pesar de ser un fiel siervo del Señor (1 Reyes 19:10). Por no hablar de Job. Jesús nos advirtió de la injusticia en este mundo caído: "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros" (Juan 15:18). Sabiendo que la injusticia es una realidad de la vida, deberíamos evitar el resentimiento en nuestros corazones, así como poner nuestra mirada en la meta. Ser tratados injustamente es doloroso, pero nuestra recompensa celestial nos compensará enormemente (Mateo 5:11-12; 6:19-21).
Otra situación que puede promover el resentimiento es cuando se nos avergüenza a causa de un pecado propio. Ser acusados de una falta de la que somos inocentes es una injusticia. Ser acusados de un pecado del que somos culpables puede traer una vergüenza abrumadora, así como la negación. En ocasiones, la única forma en que Dios puede llamar nuestra atención sobre nuestro pecado es exponiendo nuestras faltas en público. Como dice el refrán: "Nos ama tanto como para dejarnos donde estamos". Puede que no nos guste lo que Dios está hablando en nuestras vidas, pero el resentimiento no va a ayudar. Más bien, cuando nuestros pecados se han descubierto (Números 32:23), es necesario admitir que estamos equivocados. El orgullo humano no es nada comparado con el verdadero honor que recibimos cuando Él nos santifica (1 Tesalonicenses 5:23).
El resentimiento es una emoción pasiva y débil que no tiene lugar en la vida cristiana. Si hay injusticia, debemos afrontarla con la oración y las buenas acciones. Si hay un insulto, debemos pensar en lo que somos en Cristo y no dar mucho valor a las palabras de los demás. Si nos enfrentamos a la injusticia en el camino de nuestro trabajo para Dios, debemos aceptarla como algo esperado. Y si Dios permite que seamos deshonrados por el bien de la santificación, la mejor respuesta, y menos dolorosa, es arrepentirse y permitir que Él trabaje en nosotros.
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¿Qué dice la Biblia sobre el resentimiento?
