Pregunta
¿Qué significa sacudirse el polvo de los pies?
Respuesta
La orden de "sacudid el polvo de vuestros pies" sólo aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento. En cada caso, la orden la pronuncia Jesús a Sus discípulos cuando los envía de dos en dos (Mateo 10:14; Lucas 9:5). En Marcos 6:11 Jesús dice: "Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos". En el relato de Mateo 10, Jesús aclara Su significado: "De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad" (versículo 15).
Sacudirse el polvo de los pies transmite la misma idea que nuestra frase moderna "Me lavo las manos". Sacudirse el polvo de los pies es una indicación simbólica de que se ha hecho todo lo que se podía hacer en una situación y, por tanto, no se tiene más responsabilidad sobre ella. En los ejemplos bíblicos, Jesús decía a Sus discípulos que debían predicar el Evangelio a todo el mundo. Donde fueran recibidos con alegría, debían quedarse y enseñar. Pero si su mensaje era rechazado, no tenían más responsabilidad. Eran libres de marcharse con la conciencia tranquila, sabiendo que habían hecho todo lo que podían hacer. Sacudirse el polvo de los pies era, en efecto, decir que no se permitiría que los que rechazaban la verdad de Dios obstaculizaran el avance del Evangelio. Incluso el polvo de las ciudades que rechazaron al Señor era una abominación y no se permitiría que se pegara a los pies de los mensajeros de Dios.
Este gesto simbólico implicaba que Dios también veía el polvo que se sacudía y juzgaría a la gente como correspondía. El hecho de que un discípulo de Jesús se sacudiera el polvo de los pies tenía un significado espiritual. Era una declaración de finalidad sobre las personas a las que se había dado la verdad y que la habían rechazado. En su primer viaje misionero, Pablo y Bernabé pusieron en práctica las palabras de Jesús. Habían estado predicando en Antioquía de Pisidia, pero algunos de los líderes judíos de aquella ciudad suscitaron una persecución contra los misioneros e hicieron que los expulsaran de la región: "Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio" (Hechos 13:51). Puede que Antioquía no acogiera el Evangelio como debía, pero eso no impidió que el mensaje se extendiera a otras zonas. Pablo y Bernabé habían hecho todo lo que se les había encomendado, y la responsabilidad recaía ahora sobre los hombros de los de Antioquía. Los apóstoles habían proclamado la verdad con valentía. Algunos la habían aceptado con entusiasmo; otros la habían rechazado con violencia. Los apóstoles no eran responsables del nivel de aceptación de los de Antioquía, sólo de su propia obediencia a Dios.
Hay situaciones en nuestra vida en las que Dios nos llama a mantenernos firmes, proclamar la verdad y dar un paciente testimonio. A veces necesitamos continuar hasta que veamos los resultados de ese testimonio. Otras veces Dios nos da la libertad de seguir adelante. En sentido figurado, "nos sacudimos el polvo de los pies" cuando, bajo la dirección del Espíritu Santo, entregamos a esas personas al Señor y las soltamos emocionalmente. Así, tenemos la libertad de pasar a la siguiente fase del ministerio. La instrucción de Jesús de "sacudir el polvo de nuestros pies" nos recuerda que sólo somos responsables de nuestra obediencia a Dios, no de los resultados de esa obediencia.
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¿Qué significa sacudirse el polvo de los pies?