Pregunta
¿Cuáles son algunos ejemplos de símil en la Biblia?
Respuesta
Un símil es un recurso literario que describe una experiencia u objeto comparándolo con otra experiencia u objeto. Los símiles siempre se introducen con una palabra de comparación como "como", "tan...como", o "igual que". Uno de los ejemplos más bellos de símil en la Biblia se encuentra en el Salmo 42:1: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía". David compara el intenso anhelo de su alma por la presencia de Dios con la experiencia de un ciervo sediento que jadea en desesperada necesidad de agua.
Una figura retórica similar es la metáfora. Mientras que un símil es explícito en su comparación, una metáfora es implícita; no utiliza palabras como "como", "tan...como", o "igual que". Por ejemplo, el Salmo 119:105 contiene dos metáforas: "Lámpara es a mis pies Tu palabra, y luz para mi camino" (NBLA, ver también Proverbios 18:10). Aparte del uso de igual que o como, el símil es esencialmente lo mismo que la metáfora. Ambas forman una analogía, estableciendo una comparación para mostrar algún aspecto de similitud entre dos cosas o experiencias diferentes.
El símil se basa en gran medida en la imaginería y, por tanto, suele aparecer en la literatura poética. Con el símil, Salomón pinta una imagen vívida de su amante: "Tus cabellos como manada de cabras que se recuestan en las laderas de Galaad. Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas, que suben del lavadero... Tus labios como hilo de grana, y tu habla hermosa; Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo" (Cantar de los Cantares 4:1-3). Mediante dos símiles, el salmista expresa la preciosidad de la unidad del pueblo de Dios (Salmo 133:1-3).
Los símiles aparecen con frecuencia en la Biblia para enseñar una lección, iluminar un concepto difícil o ilustrar mejor alguna verdad. Puesto que el carácter y los caminos de Dios son difíciles de comprender para los humanos, la Escritura lo revela como un Pastor que guía a Su pueblo como a un rebaño (Salmo 78:52; 80:1; Isaías 40:11; Jeremías 31:10; 1 Pedro 2:25). La sabiduría de los Proverbios se expresa a menudo mediante un símil: "Como rugido de león es la ira del rey, y su favor como rocío sobre la hierba" (Proverbios 19:12, NBLA; ver también Proverbios 16:14-15; 20:2; 28:15).
Puesto que el reino de Dios está más allá de la capacidad humana de conceptualizarlo, Jesús incorporó numerosos símiles a Sus parábolas para ayudarnos a comprenderlo: "¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra" (Marcos 4:30-32; ver también Mateo 13:24, 33, 44, 45, 47, 52; 18:23; 20:1; 22:2; 25:1).
Jesús utilizó el símil para preparar a Sus discípulos a enfrentarse a una fuerte oposición: "Yo los envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sean astutos como las serpientes e inocentes como las palomas" (Mateo 10:16, NBLA). El significado del símil es que, para ser ministros eficaces de Jesucristo, los cristianos deben mezclar la sabiduría, la integridad y la verdad de Dios con Su gracia, amor y compasión.
Jesús aplicó el símil en Su denuncia de los hipócritas religiosos: "Pues son como tumbas blanqueadas: hermosas por fuera, pero llenas de huesos de muertos y de toda clase de impurezas por dentro" (Mateo 23:27, NTV).
El símil ayuda a convertir conceptos abstractos en ilustraciones concretas: "Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Proverbios 4:18). Pedro y Santiago (citando a Isaías) compararon a las personas con la "hierba" y las "flores" para expresar la naturaleza transitoria de la existencia humana (1 Pedro 1:24; Santiago 1:10-11; Isaías 40:6-8). Un hombre o una mujer piadosos están firmemente establecidos "como árbol plantado junto a corrientes de aguas" (Salmo 1:3).
La Palabra de Dios está llena de símiles imaginativos, porque esos recursos literarios captan nuestra atención, atrapan nuestra imaginación, profundizan nuestra comprensión y se quedan grabados en nuestra memoria. Nos ayudan a conceptualizar la grandeza, el poder y el amor del Señor, comunicando los misterios de Dios de una manera más plena y rica de lo que puede hacerlo un lenguaje más literal.
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