Pregunta
¿Debemos soltar y dejar a Dios?
Respuesta
"Soltar y dejar a Dios" es una frase que surgió hace algunos años y que todavía goza de cierta popularidad hoy en día. En realidad, la Biblia nunca nos dice que "soltemos y dejemos a Dios". De hecho, hay tantos mandamientos sobre lo que debemos hacer que contradice completamente la forma en que la mayoría de la gente interpreta "suelta y deja a Dios". La idea popular de "soltar" es adoptar una especie de inercia espiritual en la que no hacemos nada, no decimos nada, no sentimos nada y simplemente vivimos, dejando que las circunstancias nos arrollen como sea.
La vida cristiana, sin embargo, es una batalla espiritual para la que la Biblia nos exhorta a prepararnos y librar con diligencia. "Pelea la buena batalla de la fe" (1 Timoteo 6:12, NBLA); "Sufre penalidades...como buen soldado de Cristo Jesús" (2 Timoteo 2:3, NBLA); "Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo" (Efesios 6:11, NBLA). Dejarse llevar, en el sentido de sentarse y ver cómo se desarrollan los acontecimientos, no es bíblico.
Dicho esto, sin embargo, tenemos que entender que las cosas que debemos hacer, las hacemos por el poder de Dios y no por nuestra propia fuerza. La verdad es que trabajar en "soltar" es un trabajo tan lleno de esfuerzo como cualquier otra cosa que tratamos de hacer para Dios y no tan fácil de hacer como algunas cosas. Así que echemos un vistazo a la vida cristiana y veamos exactamente lo que debemos hacer.
Para empezar, Jesús fue claro al decir que, separados de Él, no podemos hacer nada (Juan 15:5). La verdad que se imparte aquí es que no podemos hacer nada de valor eterno aparte de Cristo y el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros. Podemos hacer muchas "cosas" y suponer que las hacemos para Dios, pero si las hacemos por nuestra propia cuenta, nos llevamos el mérito y tienen poco o ningún valor eterno. La imagen de la vid y los pámpanos en Juan 15 es muy apropiada. Cristo es la vid; nosotros somos los pámpanos. Todo lo que los pámpanos necesitan para dar fruto procede de la vid -agua, nutrientes, el material genético de la vida misma-, mientras que los pámpanos no aportan nada. Los pámpanos son simplemente algo sobre lo que los frutos cuelgan. Lo mismo ocurre con la vida cristiana. Somos un conducto a través del cual Cristo muestra Su fruto (no el nuestro).
¿Qué tiene que ver todo esto con "soltar"? Mucha gente cree que, si realmente estamos en un estado de "soltar", podremos dejar de esforzarnos y luchar. Pero Jesús dijo que debemos "esforzarnos" para entrar por la puerta estrecha que conduce a la vida eterna (Lucas 13:24), no sentarnos y esperar a morir para poder ganar el cielo. Al decir que debemos esforzarnos, Él quiere decir que debemos ser diligentes, activos y serios, y que debemos hacer todo lo posible para superar nuestras tendencias pecaminosas, a fin de demostrar que somos verdaderamente Sus hijos. También debemos esforzarnos por hacer la obra del Reino, sea cual sea la forma que adopte en nuestras vidas. Esta es la razón por la que Él nos da dones espirituales, para que podamos edificarnos unos a otros y darle gloria a Él.
Además, cuando luchamos, asumimos que el problema es que no nos estamos soltando y dejando a Dios. La realidad es que luchamos por una variedad de razones. Una es que tenemos una fe débil. Simplemente, no tenemos suficiente confianza en Dios para descansar en la realidad de Su naturaleza y tener la paz que viene con una fe sólida en Él. Por ejemplo, cuando llegan las pruebas o experimentamos una enfermedad, la ruina financiera o la muerte de un ser querido, ¿creemos realmente que "para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito" (Romanos 8:28, NBLA)? Si no conocemos a Dios íntimamente, es muy difícil confiar en que Él hace que todas las cosas obren para bien. Pero si lo conocemos, si hemos pasado tiempo escarbando en Su Palabra y meditando en Sus obras y Su naturaleza, tenemos fe en Su plan y Sus propósitos, Su amor por nosotros, Su control soberano sobre todas las circunstancias de la vida, y descansamos en la "paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7, NBLA). Pero si no le conocemos, siempre lucharemos contra las duras circunstancias de la vida.
Por otro lado, hay una razón positiva para luchar: es bueno para nosotros y es el plan de Dios para hacernos crecer y madurar hasta convertirnos en las personas que Él quiere que seamos. Las luchas son solo una de las maneras en que Él nos fortalece para las cosas difíciles que la vida nos depara. Cada una de ellas nos hace más fuertes y capaces de afrontar la siguiente. Las pruebas están diseñadas para mostrarnos a nosotros y a los demás que nuestra fe es real. Para "que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo" (1 Pedro 1:7, NBLA). En Cristo, podemos afrontar las pruebas de la vida con gracia y con buena actitud, y con plena fe en que todo lo que Dios tiene para nosotros está bien. Esto viene de años de caminar con Él, prueba tras prueba, lucha tras lucha.
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¿Debemos soltar y dejar a Dios?