Pregunta
¿Cómo puedo vivir una vida santa?
Respuesta
Para abordar la cuestión de cómo vivir una vida santa, primero debemos entender qué significa ser santo. Ser santo significa estar apartado o separado del pecado y del mal. Dios es santo, completamente separado de todo lo que es malo (1 Juan 1:5). Dios nos llama a ser santos, tal como Él es (1 Pedro 1:16, citando Levítico 19:2), pero es vital entender que, aparte de Dios, esto es imposible. Debemos tener al Espíritu Santo morando en nosotros y llenándonos de Su santidad. Solo podemos vivir una vida santa a través del poder del Espíritu; por lo tanto, el primer paso para vivir una vida santa es aceptar a Jesús como Salvador (Efesios 1:13).
Una vez que hemos dado ese paso de salvación, somos declarados justos (Romanos 5:1). Pero, ¿cómo es ser realmente justo—vivir una vida santa? En 1 Tesalonicenses 4:3-8, Pablo enfatiza la pureza sexual como parte de una vida santa: "Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión degradante, como los gentiles que no conocen a Dios" (versículos 3-5, NBLA).
Más allá de evitar la inmoralidad sexual y mantener el sexo dentro del diseño de Dios para el matrimonio, podemos vivir una vida santa, siendo obedientes a Dios en todas las áreas de la vida (1 Pedro 1:14-16). Conocer y obedecer la Palabra de Dios es la clave (Juan 17:17). Esconder la Palabra de Dios en nuestros corazones nos mantiene alejados del pecado (Salmo 119:11). Cuando vivimos en obediencia a Dios, nos mantenemos alejados del mal. Estamos ofreciendo nuestros cuerpos como "sacrificios vivos" a Dios (Romanos 12:1-2). El propósito de vivir una vida santa es glorificar a Dios y mostrar Su naturaleza a quienes nos rodean (Mateo 5:16). Vivir una vida santa de obediencia a Dios es vivir en verdadera libertad de la esclavitud del pecado (Romanos 6:6).
No siempre es fácil elegir la obediencia a Dios, especialmente si tratamos de hacerlo todo por nuestra cuenta. Nada le gustaría más a Satanás que llevarnos de nuevo a la esclavitud a través de la desobediencia. Pero tenemos la promesa: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). El Espíritu Santo producirá semejanza a Cristo en nosotros y, a medida que nos sometamos a Él, podremos vivir una vida santa (Gálatas 5:16).
Esta es la mentalidad que debemos tener: "Considérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6:11, NBLA). Cada vez que enfrentemos la tentación, debemos decir: "¡Estoy muerto a eso! Eso era parte de mi antigua vida. Soy una nueva creación en Cristo" (ver 2 Corintios 5:17). Para vivir una vida santa, para separarnos del pecado, debemos vernos como Dios nos ve: como hijos del Altísimo, nacidos de nuevo, revestidos de la justicia de Cristo.
También tenemos el beneficio de ser parte del Cuerpo de Cristo. La comunión con otros cristianos y la rendición de cuentas ante ellos es una gran fuente de fortaleza para vivir una vida santa. Como cristianos, estamos llamados a animarnos unos a otros en este asunto (Hebreos 10:24-25).
Recuerde, no estamos tratando de vivir una vida santa con el fin de ganar la salvación; vivir una vida santa es una consecuencia natural de ser salvo por la gracia de Dios y lleno de su Espíritu. También es importante no rendirnos cuando metemos la pata. Cuando fallamos, nuestra respuesta debe ser confesar el pecado y seguir adelante en nuestro caminar cristiano (1 Juan 1:9). Romanos 8:1 dice: "Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". La gracia de Dios no desaparece cuando cometemos errores.
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