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Pregunta

¿Debe un cristiano celebrar Janucá?

Respuesta


Janucá (o Jánuca) es la Fiesta de la Dedicación judía, también conocida como el "Festival de las Luces". Es un festival de ocho días que comienza el 25 del mes judío de Kislev, que generalmente cae en noviembre o diciembre en nuestro calendario. Aunque esta festividad judía no se menciona en el Tanaj (la Biblia hebrea), sí se referencia en el Talmud: "El 25 de Kislev son los días de Janucá, que son ocho... estos fueron designados como un festival con Hallel [oraciones de alabanza] y acción de gracias" (Shabbat 21b, Talmud Babilónico).

Janucá es probablemente una de las festividades judías más conocidas, no por su gran significado religioso, sino por su proximidad a la Navidad. Muchos no judíos piensan en esta festividad como la Navidad judía, adoptando muchas de las costumbres navideñas, como el intercambio de regalos y la decoración. Resulta irónico que esta festividad, que tiene sus raíces en una revolución contra la asimilación y la supresión de la religión y el pueblo judío, se haya convertido en la festividad más asimilada y secular del calendario judío.

La festividad de Janucá celebra los eventos que ocurrieron hace más de 2300 años en la tierra de Judea, que hoy es Israel. Comienza durante el reinado de Alejandro Magno, quien conquistó Siria, Egipto e Israel, pero permitió que las tierras bajo su control continuaran observando sus propias religiones y mantuvieran un cierto grado de autonomía. Bajo este gobierno relativamente benevolente, muchos judíos asimilaron gran parte de la cultura helenística, adoptando el idioma, las costumbres y la vestimenta de los griegos, de manera similar a como los judíos en Estados Unidos hoy en día se integran en la sociedad secular estadounidense.

Más de 100 años después de Alejandro, Antíoco IV ascendió al poder en la región. Comenzó a oprimir severamente a los judíos, colocando a un sacerdote helenístico en el Templo, masacrando a los judíos, prohibiendo la práctica de la religión judía y profanando el Templo al requerir el sacrificio de cerdos (un animal no kosher) en el altar. Uno de los grupos que se opuso a Antíoco estaba liderado por Matatías (Matitiyahu) el Hasmoneo y su hijo Judá Macabeo ("El Martillo").

Este pequeño grupo de judíos piadosos libró una guerra de guerrillas contra el ejército sirio. Antíoco envió miles de tropas bien armadas para aplastar la rebelión, pero los macabeos lograron expulsar a los extranjeros de su tierra. Según relatos históricos, los combatientes judíos entraron en Jerusalén alrededor de diciembre del año 165 a.C. El Santo Templo, el centro religioso judío, estaba en ruinas, profanado y deshonrado por los soldados extranjeros.

Los macabeos purificaron el Templo y lo rededicaron el día 25 del mes judío de Kislev. Cuando llegó el momento de volver a encender la Menorá (el candelabro de múltiples brazos), buscaron por todo el Templo, pero solo pudieron encontrar una pequeña jarra de aceite con el sello puro del Sumo Sacerdote. Milagrosamente, la pequeña jarra de aceite ardió durante ocho días, hasta que se pudo traer un nuevo suministro de aceite. Desde entonces, los judíos en todas partes han observado una festividad de ocho días en honor a esta victoria histórica y al milagro del aceite. La observancia de Janucá incluye el encendido de una menorá especial con ocho brazos (más una vela auxiliar), añadiendo una nueva vela cada noche.

En el Brit Chadashá (El Nuevo Pacto), en el Evangelio de Juan, aprendemos que Jesús, el Mesías judío, estaba en el Santo Templo durante la "fiesta de la dedicación" o Janucá: "Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón" (Juan 10:22-23).

Durante esta gran temporada de recordar milagros, Jesús señaló a Sus oyentes que los milagros que había hecho autentican su afirmación de que Él era, de hecho, el tan esperado Mesías judío (ver Juan 10:37-38). Sus obras y Su verdadero carácter demostraban claramente quién era Él.

Jesús dijo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8:12). El Señor Jesús nos da a todos nosotros, judíos y gentiles, la "luz de la vida". Y nos mandó: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16).

¿Deberían los cristianos celebrar Janucá hoy en día? Primero, debemos ser conscientes de que no estamos bajo ninguna obligación o "ley" para celebrar ninguna de las festividades judías dadas a Israel en la Torá (Ley de Moisés). Pero para todos los verdaderos creyentes en Jesucristo, especialmente aquellos que tienen una profunda apreciación por las raíces hebraicas de nuestra fe cristiana, celebrar la "verdadera luz" de este mundo solo busca glorificar a nuestro maravilloso Señor y Salvador.

Como cristianos, podemos celebrar el "Festival de las Luces" al rededicar nuestras vidas a Cristo y reconocerlo como la luz perfecta y verdadera de este mundo. Como creyentes, cuando celebramos Janucá, nos recuerda los maravillosos milagros de Dios a nuestro favor. Nos recuerda la protección de Dios a lo largo de nuestras vidas. Nos recuerda mantenernos fieles a Dios, incluso cuando el mundo que nos rodea intenta forzarnos a la asimilación.

Jesús nos dijo que quien lo sigue no tendrá oscuridad, sino la Luz de la Vida. Qué maravilloso momento del año para recordar y conmemorar el gran milagro que Dios ha hecho por nosotros, dándonos nueva luz y nueva vida.

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