Pregunta
¿Por qué permitió Jesús que los demonios entraran en la manada de cerdos?
Respuesta
La historia de Jesús expulsando a la legión de demonios dentro de una manada de cerdos se encuentra en Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-20; y Lucas 8:26-39. Solo Mateo menciona al más prominente de los dos endemoniados involucrados. Los endemoniados eran personas cuyas mentes quedaban bajo el control de un espíritu maligno o espíritus. Que tales fenómenos fueran especialmente prominentes durante los días del ministerio terrenal de Cristo es coherente con los esfuerzos de Satanás para contrarrestar el programa de Dios. También nos permite presenciar la guerra espiritual en la que nuestro Salvador estaba constantemente comprometido. Los demonios sabían exactamente quién era Jesús, “Hijo de Dios", y eran conscientes de su condena final (Mateo 8:28-29).
Mientras Jesús viajaba por la región montañosa al este del río Jordán, cruzó el camino del hombre controlado por demonios y que vivía entre las tumbas. Debido a la fuerza física que los demonios le dieron al hombre, pudo romper y arrojar las cadenas con las que las personas intentaban atarlo. Cuando los demonios rogaron a Jesús que los dejara entrar en la manada de cerdos, les dio permiso. Entraron en los cerdos, se precipitaron por la empinada orilla al lago y se ahogaron. Jesús de esta forma hizo conocer su autoridad e frustró cualquier propósito malvado que tenían los demonios.
Por qué los demonios rogaban ser permitidos entrar en los cerdos no está claro en el relato. Podría ser porque no querían dejar el área donde habían tenido éxito en causar su travesura entre la gente. Quizás se sintieron atraídos por los animales impuros debido a su propia suciedad. Los demonios pueden haber hecho esta extraña petición porque era su última oportunidad para evitar el confinamiento en el Abismo, el lugar de confinamiento al que están condenados los espíritus malignos (Apocalipsis 9:1-6). Sea cual sea su razonamiento, está claro en el relato que los demonios tenían poco poder propio y no podían hacer nada sin el permiso de Jesús. Como cristianos, podemos encontrar consuelo en el conocimiento de que las fuerzas del enemigo de nuestras almas están bajo el completo control de Dios y solo pueden actuar de las formas que Él permite.
La Biblia no nos explica la razón de Jesús, pero al mostrar su soberano poder sobre los demonios podría ser una razón por la que Jesús los envió a los cerdos. Si los dueños de los cerdos eran judíos, Jesús podría haberlos estado reprendiendo por violar la ley mosaica que prohíbe a los judíos comer o mantener animales impuros como cerdos (Levítico 11:7). Si los porquerizos eran gentiles, quizás Jesús estaba usando este evento milagroso para mostrarles la malicia de los espíritus malignos bajo cuya influencia vivían, así como mostrando su propio poder y autoridad sobre la creación. En cualquier caso, los dueños estaban tan aterrados de estar en presencia de tal poder espiritual que no exigieron ninguna compensación por la pérdida de su propiedad y rogaron a Jesús que abandonara la región. La gente estaba asombrada pero no arrepentida, no querían más de Jesucristo. Esto muestra la dureza de sus corazones y su deseo de permanecer en pecado. El endemoniado sanado, por otro lado, demostró la verdadera fe y arrepentimiento de un corazón cambiado y rogó que se le permitiera seguir a Jesús. Quizás la diferencia inconfundible entre los salvados y los no salvados fue una lección objetiva para los discípulos y todos los que presenciaron el evento. Jesús envió al hombre sanado, dándole una comisión que obedeció con alegría: "Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti" (Marcos 5:17-20).
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