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Pregunta

¿Por qué Jesús comparó a la mujer cananea con un perro?

Respuesta


En Mateo 15:21–28, Jesús se encuentra con una mujer cananea que le ruega que cure a su hija. Jesús inicialmente rechaza su solicitud diciendo, “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos” (Mateo 15:26). Sacado de contexto, y especialmente en inglés, es fácil tomar esto como un insulto. Sin embargo, en el flujo de la historia, es claro que Jesús está creando una metáfora destinada a explicar las prioridades de su ministerio. También está enseñando una lección importante a sus discípulos.

Los judíos en el tiempo de Jesús a veces se referían a los gentiles como “perros”. En griego, esta palabra es kuon, que significa “perro salvaje” (Mateo 7:6; Lucas 16:21; Filipenses 3:2). Se consideraba que los no judíos eran tan poco espirituales que incluso estar en su presencia podía hacer que una persona fuera ceremonialmente impura (Juan 18:28). Gran parte del ministerio de Jesús, sin embargo, implicaba dar vuelta a las expectativas y prejuicios (Mateo 11:19; Juan 4:9–10). Según el relato de Mateo, Jesús dejó Israel y entró en Tiro y Sidón, que eran territorio gentil (Mateo 15:21). Cuando la mujer cananea se acercó y pidió repetidamente la curación, los discípulos se molestaron y pidieron a Jesús que la enviara lejos (Mateo 15:23).

En este punto, Jesús explicó su ministerio actual de una manera que tanto la mujer como los discípulos observadores podían comprender. En ese momento, su deber era para con el pueblo de Israel, no para los gentiles (Mateo 15:24). Desviar su atención de Israel, en violación de su misión, sería como un padre que toma comida de sus hijos para lanzarla a sus mascotas (Mateo 15:26). La palabra exacta que Jesús usó aquí, en griego, fue kunarion, que significa “perro pequeño” o “perro mascota”. Esta es una palabra completamente diferente al término kuon, usado para referirse a personas no espirituales o a un animal “impuro”.

Jesús con frecuencia probaba a las personas para demostrar sus intenciones, a menudo a través de preguntas de respuesta o desafíos (ver Juan 4:16–18; y 4:50–53). Su respuesta a la mujer cananea es similar. Al ponerla a prueba, Jesús rechazó su solicitud y explicó que ella no tenía una expectativa legítima de su ayuda. Sin embargo, la mujer vivió el principio que Jesús mismo enseñó en la parábola de la viuda persistente (Lucas 18:1–8). Su respuesta demostró que ella entendió completamente lo que Jesús estaba diciendo, pero tenía suficiente convicción para preguntar de todos modos (Mateo 15:27). Jesús reconoció su fe, la cual llamó “grande”, y concedió su solicitud (Mateo 15:28).

Entonces, de acuerdo con el contexto y el lenguaje involucrados, Jesús no se estaba refiriendo a la mujer cananea como un “perro”, ni directa ni indirectamente. No estaba usando un epíteto o insulto racial sino haciendo un punto sobre las prioridades que Dios le había dado. También estaba probando la fe de la mujer y enseñando una lección importante a sus discípulos.

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