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Pregunta

¿Qué significa "calcula los gastos" (Lucas 14:28)?

Respuesta


En Lucas 14, Jesús establece las condiciones del discipulado. Había grandes multitudes siguiéndole. A todos les gustaban los milagros, las sanidades y la comida gratis. Jesús era genial, estaba en boca de todos y era popular. Sin embargo, Él conocía sus corazones. Él sabía que ellos deseaban los beneficios de lo que Él hacía en lugar de comprender quién era Él. Amaban Sus dones, pero no la vida a la que les llamaba. Así que les explicó lo que se necesita para ser uno de Sus seguidores:

"Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14, 26-33).

Jesús dijo mucho en esas sencillas ilustraciones. Rápidamente, puso fin a la idea de que Él ofrecía algún tipo de programa de bienestar. Aunque el don de la vida eterna es gratuito para todo el que lo pida (Juan 3:16), el pedir requiere una transferencia de propiedad (Lucas 9:23; Gálatas 5:24). "Calcular los gastos" significa reconocer y aceptar primero algunas condiciones. Al seguir a Cristo, no podemos simplemente seguir nuestras propias inclinaciones. No podemos seguirle a Él y al mundo al mismo tiempo (Mateo 7:13-14). Seguirlo a Él puede significar que perdamos relaciones, sueños, cosas materiales o incluso nuestras vidas.

Aquellos que siguen a Jesús simplemente por lo que pueden obtener no se quedarán cuando las cosas se pongan difíciles. Cuando el camino de Dios entra en conflicto con el nuestro, nos sentiremos traicionados por la fe superficial y egoísta que hemos adoptado. Si no hemos calculado el gasto de ser Sus hijos, nos apartaremos ante la amenaza del sacrificio y buscaremos otra cosa para satisfacer nuestros deseos egoístas (Marcos 4:5, 16-17). En el ministerio terrenal de Jesús, llegó un momento en que se acabó la comida gratis y la opinión pública se puso fea. Las multitudes que vitoreaban se convirtieron en multitudes que abucheaban. Y Jesús sabía de antemano que eso sucedería.

Jesús terminó Su descripción del cálculo del discipulado con una afirmación sobrecogedora: "Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:33). "Renunciar" puede significar que renunciamos a algo físicamente, pero en la mayoría de los casos significa que nos desprendemos emocionalmente para que lo que poseemos ya no nos posea. Cuando nos convertimos en uno de los Suyos, no podemos seguir perteneciendo a este mundo (1 Juan 2:15-17). Debemos hacer una elección, porque no podemos servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24). El joven rico, cuando se enfrentó a esa elección, le dio la espalda a Jesús (Lucas 18:18-25).

Supongamos que te enteras de que te han regalado un apartamento en una playa de Tahití con todos los gastos pagos, avión, automóvil, comida y criada. Podrías presumir de tu nuevo estilo de vida, planificarlo y soñar con él. Pero hasta que no hagas las maletas y abandones tu hogar actual, la nueva vida nunca será realmente tuya. No puedes vivir en Tahití y en tu ciudad natal al mismo tiempo. Muchas personas se acercan al cristianismo de la misma manera. Les encanta la idea de la vida eterna, escapar del infierno y tener a Jesús a su entera disposición. Pero no están dispuestos a dejar la vida que llevan ahora. Sus deseos, estilo de vida y hábitos pecaminosos son demasiado preciados para ellos. Sus vidas pueden exhibir un cambio simbólico -empezar a asistir a la iglesia o renunciar a un pecado mayor- pero quieren retener la propiedad de todo lo demás. Jesús está hablando en Lucas 14 a aquellos con esa mentalidad.

No podemos ganarnos la salvación cambiando nuestro estilo de vida ni con ninguna otra buena acción (Efesios 2:8-9). No obstante, cuando elegimos seguir a Cristo, cedemos el control de nuestras vidas. Cuando Jesús tiene el control, el resultado es una vida pura (1 Juan 3:4-10; 2 Corintios 5:17). En la parábola del sembrador de Jesús, solo la tierra que permitió que la semilla echara raíces y diera fruto fue la que se llamó "buena". Si vamos a ser discípulos de Cristo, primero debemos calcular el gasto de seguirle.

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