Pregunta
¿Qué es el hedonismo? ¿Qué es un hedonista?
Respuesta
El hedonismo es una filosofía de vida que apoya la búsqueda de todo tipo de placer. Los hedonistas persiguen un estilo de vida de autoindulgencia.
El término hedonismo proviene de la antigua palabra griega "placer". Nuestro concepto de la filosofía del hedonismo procede en gran medida de los antiguos griegos. Se cree que Aristipo de Cirene, alumno de Sócrates, fue el primero en predicar esta filosofía. Aristipo creía que el sentido final de la vida es el placer y, por tanto, el placer debería ser la mayor búsqueda del hombre.
Es posible que las ideas de Aristipo no hubieran tenido tanto auge si no le hubiera sucedido su alumno más famoso, Epicuro, que también se adhirió al hedonismo. Epicuro enseñaba que no hay vida después de la muerte y que, por tanto, hay que disfrutar del placer como fin último, aunque reconocía que la moderación ocasional podía conducir a un mayor placer posterior. La escuela de pensamiento epicúreo siguió floreciendo, y los epicúreos debatieron con el apóstol Pablo en Atenas (Hechos 17:18).
El hedonismo resurgió con prominencia en el siglo XVIII con filósofos como Jeremy Bentham. Con su nueva popularidad, se convirtió en una teoría psicológica y ética más detallada, pero la base siguió siendo la misma: se debe perseguir el mayor placer.
La perspectiva hedonista no está respaldada por las Escrituras. En el libro del Eclesiastés, el escritor profundiza en la insensatez de perseguir el placer: "Me dije: "Vamos, probemos los placeres. ¡Busquemos "las cosas buenas" de la vida!"... Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer" (Eclesiastés 2:1, 10, NTV). Pero al final el veredicto fue que "todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol" (Eclesiastés 2:11, NBLA).
En su Parábola del Sembrador, Jesús dice esto: "La que cayó entre espinos, estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto" (Lucas 8:14).
Bíblicamente, perseguir el placer ahoga la Palabra y, en última instancia, es insatisfactorio y carece de sentido. Ver también Proverbios 21:17, 1 Juan 2:15-17, 2 Timoteo 2:22 y Tito 3:3. El placer no debe ser el objetivo principal del hombre.
La Escritura afirma que el hombre encontrará su realización última en el Señor, y que el propósito de la humanidad es glorificar a Dios (Eclesiastés 12:13; 1 Corintios 10:31; Isaías 43:21; Miqueas 6:8). Como resume el Catecismo Menor de Westminster de 1647: "El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre" (Traducción propia).
En la búsqueda del Señor, el creyente encontrará el verdadero placer. El Salmo 16:11 dice: "En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre" (NBLA). La presencia del Señor trae verdadero gozo.
En 1 Timoteo 6:17, Pablo explica: "A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos".
No debemos perseguir el placer como un hedonista, sino que, cuando persigamos al Señor, encontraremos en Él el mayor placer. Jesús nos marcó la prioridad correcta: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33).
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