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Pregunta

¿Cuántas personas resucitaron de entre los muertos en la Biblia?

Respuesta


La Biblia registra varios relatos de resurrección. Cada vez que una persona resucita de entre los muertos, constituye un extraordinario milagro que demuestra que Dios, quien es la fuente de la vida, tiene la capacidad de dar vida a quien quiera, incluso después de la muerte. Las siguientes personas resucitaron de entre los muertos en la Biblia:

El hijo de la viuda de Sarepta (1 Reyes 17:17-24). El profeta Elías resucitó al hijo de la viuda de Sarepta. Elías se hospedaba en una habitación de la casa de la viuda durante una grave sequía en el país. Durante su estadía, el hijo de la viuda enfermó y murió. Sumida en su dolor, la mujer llevó el cuerpo de su hijo a Elías, suponiendo que su presencia en su casa había provocado la muerte de su hijo como un juicio por su pecado en el pasado. Elías tomó al niño muerto de sus brazos, fue a la habitación en la que se encontraba y oró: "Señor Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él". (versículo 21). Elías se tendió sobre el niño tres veces mientras oraba, y "el Señor oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió" (versículo 22). El profeta llevó al niño a su madre, que se sintió llena de fe en el poder de Dios a través de Elías: "Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra del Señor es verdad en tu boca" (versículo 24).

El hijo de la sunamita (2 Reyes 4:18-37). El profeta Eliseo resucitó al hijo de la sunamita. Eliseo se alojaba habitualmente en Sunem, en una habitación que la mujer y su marido habían preparado para él. Un día, mientras Eliseo estaba en el Monte Carmelo, el pequeño hijo de la pareja murió. La mujer llevó el cuerpo de su hijo a la habitación de Eliseo y lo puso en la cama (versículo 21). Luego, sin siquiera decirle a su marido lo que había sucedido, partió hacia el Carmelo para encontrar a Eliseo (versículos 22-25). Cuando lo encontró, le suplicó que fuera a Sunem. Eliseo envió a su siervo, Giezi, delante de ellos con instrucciones de poner el báculo de Eliseo en el rostro del niño (versículo 31). Tan pronto como Eliseo y la mujer sunamita llegaron a su casa, Eliseo fue a la habitación donde estaba el niño, cerró la puerta y oró. Luego se acostó sobre el cuerpo del muchacho, y el cuerpo comenzó a calentarse (versículo 34). Eliseo se levantó, se paseó por la habitación y se tendió de nuevo sobre el cuerpo. El niño estornudó siete veces y despertó de la muerte (versículo 35). Después, Eliseo entregó al niño, de nuevo con vida, a su agradecida madre (versículos 36-37).

El hombre que resucitó en la tumba de Eliseo (2 Reyes 13:20-21). Eliseo está relacionado con otra resurrección que ocurrió después de su muerte. Tiempo después de que Eliseo muriera y fuera enterrado, unos hombres estaban enterrando otro cuerpo en la misma área. Los que estaban cavando la tumba vieron que se acercaba una banda de asaltantes moabitas y, en lugar de arriesgarse a un encuentro con los moabitas, arrojaron el cuerpo del hombre a la tumba de Eliseo. La Escritura registra que, "cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió, y se levantó sobre sus pies" (versículo 21).

El hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17). Esta es la primera de las resurrecciones que Jesús realizó. Cuando el Señor se acercó a la ciudad de Naín, se encontró con un cortejo fúnebre que salía de la ciudad. En el ataúd iba un joven, hijo único de una viuda. Cuando Jesús vio la procesión, "el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores'" (versículo 13). Jesús se acercó, tocó el ataúd y le habló al muerto: "Joven, a ti te digo, levántate". (versículo 14). Obedeciendo la orden divina, "se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar" (versículo 15). El luto se convirtió en asombro y alabanza: "Dios ha visitado a su pueblo", dijo la gente (versículo 16).

La hija de Jairo (Lucas 8:40-56). Jesús también mostró Su poder sobre la muerte al resucitar a la joven hija de Jairo, un líder de la sinagoga. El Señor estaba rodeado de multitudes cuando Jairo se acercó a Él, rogándole que visitara su casa y sanara a su hija moribunda de doce años (versículos 41-42). Jesús comenzó a seguir a Jairo a su casa, pero en el camino un integrante de la casa de Jairo se les acercó con la triste noticia de que la hija de Jairo había muerto. Jesús habló a Jairo dándole palabras de esperanza: "No temas; cree solamente, y será salva" (versículo 50). Al llegar a la casa de Jairo, Jesús tomó a los padres de la niña, Pedro, Jacobo y Juan, y entró en la habitación donde yacía el cuerpo. Allí, "él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate. Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó" (versículos 54-55). Jesús y Sus discípulos se fueron y dejaron a la niña resucitada en compañía de sus padres que se quedaron atónitos.

Lázaro de Betania (Juan 11). La tercera persona que Jesús resucitó de entre los muertos fue su amigo Lázaro. A Jesús le llegó la noticia de que Lázaro estaba enfermo, pero Jesús no fue a Betania a sanarlo. Por el contrario, dijo a Sus discípulos: "Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella" (versículo 4). Unos días después, Jesús dijo a Sus discípulos que Lázaro había muerto, pero que había prometido una resurrección: "Voy para despertarle" (versículo 11). Cuando Jesús llegó a Betania, cuatro días después de la muerte de Lázaro, las desconsoladas hermanas de Lázaro saludaron a Jesús con las mismas palabras: "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto" (versículos 21 y 32). Jesús, dirigiéndose a Marta, prometió resucitar a Lázaro de entre los muertos (versículo 23) y se proclamó a sí mismo como "la resurrección y la vida" (versículo 25). Jesús pidió ver la tumba. Cuando llegó al lugar, mandó remover la piedra del sepulcro (versículo 39), y oró (versículos 41-42) y "clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!". (versículo 43). Tal como había prometido Jesús, "el que había muerto salió" (versículo 44). El resultado de este milagro fue que Dios fue glorificado y "entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él" (versículo 45). Otros, sin embargo, se negaron a creer en Jesús y conspiraron para destruir tanto a Jesús como a Lázaro (Juan 11:53; 12:10).

Varios santos en Jerusalén (Mateo 27:50-53). La Biblia menciona algunas resurrecciones que ocurrieron de forma masiva en la resurrección de Cristo. Cuando Jesús murió, "la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros" (versículos 51-52). Esas tumbas abiertas permanecieron abiertas hasta el tercer día. En ese momento, "muchos cuerpos de santos... se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos" (versículos 52-53). El día en que Jesús resucitó, estos santos también resucitaron y se convirtieron en testigos en Jerusalén de la vida que sólo Jesús puede dar.

Tabita (Hechos 9:36-43). Tabita, cuyo nombre griego era Dorcas, era una creyente que vivía en la ciudad costera de Jope. El apóstol Pedro fue quien la resucitó. Era conocida porque "abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía" (versículo 36). Cuando murió, los creyentes de Jope se llenaron de tristeza. Colocaron el cuerpo en una sala y enviaron a buscar a Pedro, que estaba en la cercana ciudad de Lida (versículos 37-38). Pedro llegó enseguida y se reunió con los discípulos de Jope, quienes le mostraron mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellos (versículo 39). Pedro hizo salir a todos de la sala y oró. Luego, "volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó. Y él, dándole la mano, la levantó" (versículos 40-41). Los creyentes, llenos de alegría, recibieron a su amiga resucitada, y la noticia se extendió rápidamente por toda la ciudad. Como resultado, "mucha gente creyó en el Señor" (versículo 42).

Eutico (Hechos 20:7-12). Eutico era un joven que vivió (y murió y volvió a vivir) en Troas. El apóstol Pablo lo resucitó de entre los muertos. Los creyentes de Troas estaban reunidos en un aposento alto para escuchar al apóstol. Como Pablo iba a salir de la ciudad al día siguiente, habló hasta altas horas de la noche. Uno de los presentes era Eutico, que estaba sentado en una ventana y, por desgracia, se quedó dormido. Eutico se resbaló por la ventana y cayó del tercer piso y murió (versículo 9). Pablo bajó y "se echó sobre él, y lo abrazó" (versículo 10). Eutico volvió a la vida, subió y comió con los demás. Cuando la reunión se terminó al amanecer, "llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados" (versículo 12).

Jesús (Marcos 16:1-8). Por supuesto, cualquier lista de resurrecciones en la Biblia debe incluir la resurrección de Jesucristo. Su muerte y resurrección son el punto central de las Escrituras y los acontecimientos más importantes de la historia del mundo. La resurrección de Jesús se diferencia de las demás resurrecciones de la Biblia en un aspecto muy notable: La resurrección de Jesús es la primera resurrección "permanente"; todas las demás resurrecciones de la Biblia fueron "temporales", puesto que los resucitados volvieron a morir. Lázaro murió dos veces; Jesús resucitó para no volver a morir. De este modo, Él es las "primicias de los que durmieron" (1 Corintios 15:20). La resurrección de Jesús nos justifica (Romanos 4:25) y nos asegura la vida eterna: "porque yo vivo, vosotros también viviréis" (Juan 14:19).

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