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Pregunta

¿Cómo cumple Jesús la profecía que comienza con "Voz fue oída en Ramá" (Mateo 2:18)?

Respuesta


El Evangelio de Mateo se escribió para demostrar que Jesús es el Mesías prometido a Israel. Mateo citó a los profetas del Antiguo Testamento más que cualquier otro escritor de los evangelios. Su propósito era demostrar que las palabras de los profetas se cumplieron en Jesucristo. En la narración de Mateo del nacimiento de Jesucristo, encontramos esta cita de Jeremías: "Voz fue oída en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, Y no quiso ser consolada, porque perecieron" (Mateo 2:18).

Mateo 2:16–18 relata la masacre de niños por parte del rey Herodes en Belén y sus alrededores. Ramá era una ciudad judía a unos ocho kilómetros al norte de Jerusalén. La profecía específica de Jeremías, pronunciada unos seis siglos antes del nacimiento de Jesús, se refiere al cautiverio de Judá y al asesinato de niños judíos inocentes durante la conquista babilónica (Jeremías 31:15). Pero Mateo, al ver el llamativo paralelismo, lo aplicó a la matanza de bebés por Herodes el Grande como otro cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento.

En Mateo 2, unos sabios del Este llegan a Jerusalén con la noticia de un recién nacido "rey de los judíos" en Belén (Mateo 2:2,5). Temiendo una amenaza para su reinado, el despiadado y poderoso rey Herodes ordena que todos los niños de dos años o menos sean ejecutados en la región.

En las Escrituras, Belén se menciona por primera vez en relación con la muerte de Raquel, que era la esposa favorita de Jacob (Génesis 35:16–20). Raquel murió dando a luz a su hijo, a quien llamó Benoni, que significa "hijo de mi dolor". Jacob cambió el nombre del niño a Benjamín, "hijo de mi diestra". Ambos nombres apuntan proféticamente a Jesucristo, que fue "varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isaías 53:3,), y que ahora está exaltado a "su derecha, como Príncipe y Salvador" (Hechos 5:31, NTV; Hebreos 1:3). Jacob marcó la tumba de Raquel colocando una columna cerca de Belén.

"Raquel que llora a sus hijos" representa a las innumerables madres judías que lloran la pérdida de sus hijos. La época del cautiverio de Israel en Babilonia fue sin duda una de las más dolorosas de la historia de la nación. Por eso, Mateo relaciona este pasaje del Antiguo Testamento con la época del nacimiento de Jesús, como una prueba más de que Jesús es el Mesías largamente esperado en quien Israel puede depositar su esperanza. En la profecía de Jeremías, el Señor prometió a la nación de Israel, "Esperanza hay también para tu porvenir" (Jeremías 31:17). Esa promesa también se cumplió en Jesucristo. Jacob y Jeremías asociaron a Belén con la muerte y el luto, pero el nacimiento del Mesías lo transformó en un símbolo de esperanza y vida.

Mateo incluyó estratégicamente declaraciones como "Voz fue oída en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido" para mostrar que los detalles del nacimiento, vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesucristo estaban en total armonía con el Antiguo Testamento. Dios dejó clara la identidad de Su Hijo. El Salvador de Israel estaba destinado a identificarse con el sufrimiento histórico y el exilio de Su pueblo, así como con el éxodo de la esclavitud (Mateo 2:15). Jesús está explícita e inseparablemente vinculado con la historia de Su pueblo, no solo con los judíos, sino también con todos los creyentes cuya historia espiritual y vida antes de la salvación involucran duelo, exilio y esclavitud al pecado.

"Voz fue oída en Ramá" es solo una de los cientos de profecías bíblicas cumplidas en Jesucristo. La hábil mención que hace Mateo de algunas de esas profecías es prueba suficiente de que Jesús es realmente el Mesías prometido a Israel.

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